El silencio es una estrategia defensiva. Pero en ningún caso debe utilizarse como arma ofensiva, pues entonces adquiere un cariz mucho más irónicamente burlón.
Por mucho que nos empeñemos en buscar una excusa en un mal arbitraje, en un paupérrimo juego o en un incipiente dolor de cabeza, el hecho es que las personas reciben un sueldo por un trabajo que deben ejercer. Y eso, en el caso del Real Madrid, se está incumpliendo reiterativamente. El derecho a la rueda de prensa es una de las obligaciones de un entrenador de 1ª División tal y como está estipulado en los contratos de derechos audivisuales. Añadiéndolo a esto, se debe respetar a los profesionales que van a hacer un trabajo tan simple como recoger las impresiones del entrenador como se trata de respetar al entrenador por parte del que toma el periodismo con un mínimo de devoción. El silencio como arma es tenso, como el que se produce por las mañanas en los vagones de metro, y hace tensar la cuerda.
Muchos buscan las cosquillas en la comparación con el F.C. Barcelona. El caso es que se puede criticar a Guardiola por muchas cosas, pero no por volatilizarse en Sant Joan Despí. Pero ni Guardiola, ni Míchel, ni Lotina, ni la mayoría de técnicos de 1ª y 2ª. Y en el Real Madrid ha ocurrido no más de tres veces que servidor recuerde: la de Schuster en Huelva y las dos de Mourinho. En el Real Madrid todo se magnifica, y esta bomba le va a explotar a alguien en la cara; pero es algo notorio que no es la primera vez que el luso se salta a la torera el código ético del club. Tampoco le culpo. Mourinho va de cara siempre (no como otros). El problema viene del que no le para los pies, del que comulga con una forma tendenciosa e incluso dictatorial y del que que no le advierte sino que le alienta.
No no es nueva esta percepción cambiada de las ruedas de prensa. Los políticos se apuntan a la moda de las ruedas de prensa sin preguntas, algo que envicia la propia esencia de las conferencias y de lo que el deporte ha esquivado de refilón. ¿El próximo tiro dará en la diana?
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