El Real Zaragoza es historia viva del fútbol español. Ha llevado el nombre de la ciudad maña con orgullo por toda Europa, ganado incluso una Recopa en París -con aquel pepinazo de Nayim a Seaman- y es multicamepón de la Copa del Rey, derrotando a rivales de entidad como el Real Madrid. Además, es el equipo representativo de una de las ciudades más importantes de la geografía patria y ha contado con una de las generaciones más influyentes de la historia del balompié nacional: "la Quinta de París", con Pardeza a la cabeza.
Pero desde que Alfonso Solans dejó el club hace 5 años, el equipo ha andado sumido en una espiral de peligrosidad que le ha llevado a saborear las mieles de la derrota en demasiadas ocasiones, con un descenso a 2ª en Mallorca que puso la guinda al terrible pastel.
Pero se ha tendido en estos años a echar la culpa de todos los males a los presidentes y directivos, léase Eduardo Bandrés y Agapito Iglesias, máximo accionista. El hecho es que su trabajo al frente de la entidad ha sido más que polémico, no el mejor, pero poco tienen que ver con el trabajo realizado por los profesionales sobre el campo.
Creo que el punto más importante es el siguiente, y me parece un ejemplo suficientemente claro de lo que es la desidia futbolística. El Real Zaragoza tuvo en la temporada de su descenso un roster para nada despreciable: Jorge López, Arizmendi, Sergio García (pobre diablo), Diogo en todo su esplendor o César Sánchez entre otros. La cúpula directiva aguantó a Marcelino García Toral con buen criterio, y le ofrecieron jugadores de buen oficio para remontar la situación. Y el Zaragoza vuelve a Primera, a la Liga BBVA, con una plantilla de nuevo de buen perfil, suficiente para no pasar demasiados problemas: Uche, Leo Franco, Herrera, Obradovic o Sinama-Pongolle entre otros. Cierto es que también arrastra jugadores de dudoso rendimiento, como Pérez, Pínter o Boutahar, pero no se puede negar que posee más recursos futbolísticos que otro equipos que le acompañan en el hoyo, como el Almería o el Racing de Santander.
Por tanto, mi conclusión sobre el equipo es que la responsabilidad pertenece completamente a los futbolistas. La entrada de Aguirre no les dio otro aire, simplemente espoleó un tanto la moral de los jugadores. Hay poca mejoría de juego, pero el hecho es que todo el futuro está en los futbolistas; no protestas contra el palco, no "testiculina", no fichajes que no llegaron. En definitiva, no excusas.
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